24 oct 2009

La Rosa en el asfalto











Cancion: Eramos dos niños
Autor: CafetaCuba






Hola de nuevo, últimamente no se me ha dado por escribir gran cosa, sin embargo entre mi desidia literaria surgió una pequeña historia que les presento a continuación, como alguna que otra historia que he publicado, esta inspirada en las calles de mi ciudad, sinceramente a esta historia solo le falto Pedro Infante ja ja ja, lo entenderán cuando la lean, como siempre es un borrador que posiblemente se quede en el tintero, como la mayoría de las cosas que escribo T_T, pero en fin espero y que la disfruten, y si si, el final no es muy bueno, pero es un prologo o bueno se supone je je je, ademas estoy arto de los finales tristes.


La Rosa en el asfalto
Por: Manuel Jesrrel Martínez Rivera

Prologo
La Pequeña María.

Pasaban ya de las doce del mediodía, el hambre apretujaba ya el estomago de la pequeña María, había estado ya toda la mañana en el crucero de Morelos y Colon, bajo la inclemencia de ese sol tan característico en esa ciudad en medio del desierto, “la ciudad de los grandes esfuerzos” la llamaban, bonito mote que a final de cuentas nada significaba para esa pequeña criaturita, que en bendita ignorancia, se levantaba muy temprano todos los días, a pedir dinero por las calles de esta ciudad para poder alimentar a sus hermanitos el siguiente día, a veces, cuidando de no despertar a su madre, quien acostumbraba irse varios días para luego regresar y dormir todo el día, María se apresuraba entonces, siendo la mayor, a atender al gran numero de hermanos pequeños que tenia, pues sabía que si su madre despertaba y la sorprendía en casa seguramente se llevaría unos buenos golpes, como el día anterior, su madre había estado ausente casi una semana, y acababa de regresar la noche anterior, María y su hermano Manuelito habían ido a su cuarto a verla y habían descubierto maravillados, sobre la cama de su madre, un hermoso bolso que brillaba como las estrellas, pensó que seguramente se lo habían regalado a su mama uno de sus tantos novios, la pequeña María no comprendía que su madre prostituta le encantaba engalanarse con los inocuos frutos de su tan antigua labor, pero no gustaba de compartirlos, fue tal la tunda que recibió por parte de ella que aun le dolía un poco su piernita izquierda, en la cual habíase de terminar hecha añicos una tabla que su madre usaba para sostener la plancha, con suerte, al despertar, su madre se acordaría de ellos no solo para golpearlos y les dejaría algo de dinero antes de volverse a ir, a veces María deseaba que nunca volviera.

Su madre, como muchas otras congéneres, había tenido que luchar por si misma desde que tenía nueve años, abusada por un padre alcohólico, abandono su hogar para verse enfrentada ante la cruda realidad de una vida que no se detiene a mirar al desposeído y al afligido, no tardo mucho en descubrir que las pasiones que su padre vilmente descargaba en ella y que tanto daño le causaban, se convertirían ahora, en su sustento para toda la vida, se volvió una persona rota que nunca aprendió lo que era el amor verdadero y sincero. La pequeña María llego a este mundo muchos años después, producto de un desliz de su madre con un “chilango” que la abandono aun antes de que ella naciera, la promiscuidad de su madre no tardo en darle más hermanos, primero vino Jorgito, luego Manuelito y por último el pequeño Toñito.

La falta de educación y valor moral de su madre se reflejaba entonces en contra de la pequeña María quien no se levantaba temprano para ir a la escuela como debieran hacer todos los niños y niñas de su edad, no, a ella nunca la habían inscrito en ninguna escuela, ni se le había dado la mas básica de las enseñanzas escolares, la falta de atención de su madre hacia ella y sus hermanitos la había puesto en una posición donde era ella la que debía velar por el bienestar de su desintegrada familia , y aunque resentía la falta de cariño y rechazo de su madre, se alegraba de ver la sonrisa de Toñito cada mañana cuando este reía y sonreía ante las cosquillas del pañal, que sin falta, María todos los días le lavaba y cambiaba, o las ocurrencias de Manuelito que con sus tres añitos volvía loca de preguntas a María, y aunque María no sabía en verdad como contestarlas, siempre se le ocurría alguna historia para hacerlo. El que en verdad le preocupaba, era Jorgito, tenía siete años y ya quería estarse juntando con los “cholos” de la colonia, y por consecuencia, como muchas otras veces en sus ajetreados diez años, la pequeña María se sentía frustrada al verse diezmada para afrontar estas situaciones.

Así entonces era cada mañana, después de atender a sus hermanitos, ella salía, muchas veces sin probar bocado a buscar el sustento como podía para aquellos pequeños que necesitaban de ella, algunas vecinas, dentro de su propia pobreza, se compadecían de ellos y les regalaban lo que podían, a veces cuando no era suficiente, podía ir con don Jacinto, el tendero, quien le dejaba llevarse algunos productos de la tienda con la condición de que lo acompañara un rato al cuarto detrás de la tienda, María se sentía muy mal cuando hacia eso, había visto a su mama hacerle eso a otros señores y no dejaba de llorar todo el día pensando que no quería ser como su madre.

Pasaban entonces las doce del mediodía, y con el hambre apretujándole las tripitas, cruzo María ese bulevar donde día a día trabajaba, con su pequeña cabecita mareada por el hambre y el fortísimo sol no vio ese auto que se acercaba, su piernita herida por la golpiza no quiso moverse, su mirada, en un seco estruendo se volvió entonces al cielo, las nubes le parecieron tan hermosas, y por un instante ya no hubo dolor.

La luz volvió entonces, la pequeña María se encontraba de espaldas sobre grandes sabanas blancas, una bella señora se encontraba a su lado, le decía palabras reconfortantes, su cuerpecito dolía mucho, la señora le hizo mil y una preguntas, y aunque de principio María mostraba desconfianza, la atención que esta dama le mostraba hizo que terminara respondiendo cada una de sus preguntas, María no entendía la expresión de la cara de la señora, parecía que sus palabras la lastimaban, María no quería lastimarla, después de una larga charla la señora se fue, todo fue diferente a partir de entonces, la pequeña María fue puesta junto con sus hermanos en una gran habitación donde durmieron y convivieron juntos durante una semana, la pequeña María no sabía que sería la última vez que estarían juntos en mucho tiempo, los separaron en medio de lagrimas, les dijeron que todo estaría bien, la pequeña María entonces fue enviada con una familia que le brindo amor y cariño, le otorgaron las herramientas de la educación, y forjaron de ella aquello que pensó nunca sería, sin embargo nunca dejo de pensar en sus hermanos y sabia que algún día los buscaría y estarían juntos por siempre.

2 comentarios:

  1. definitivamente, tu nueva carrera te esta moviendo a una preocupacion por la infancia en nuestro pais, aunque las delimitaciones de espacio del que habla tu cuento, lo situa en nuestra ciudad. que bueno que te sensibilices, igual y ya te hacia falta algo que te moviera y te diera un sentido.
    me gusto esa parte donde la niña se siente comoda con la atencion que le prestan despues del accidente; inconscientemente, ella busca el cariño que no tenia con su madre. por un instante, un segundo antes del accidente, nacio en ella el sentimiento de fuga, harta de vivir en esas condiciones, vio su valvula de escape en la muerte, por eso se dejo llevar de la mano por ella. aunque las cosas fueron diferentes al final.
    saludos.

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  2. ay jezrel :( siempre me haces llorar con tus historias *snif*snif* en fin en este mundo puerco lleno de injusticias... muy buena historia... aunque la realidad de muchos niños adoptados no es tan de color de rosa, conozca una que al igual que tu cuento tenía otros dos hermanitos su mamá alcoholica e indingente los abandonó a su suerte, el DIF los llevó a diferentes hogares en adopción, a élla en particular la adoptó una familia acomodada económicamente, pero mi amiga trató en su adolescencia de suicidarse varias veces, la familia hacía diferencias entre los hijos de sangre y ella y a sus hermanitos los volvió a ver cuando cumplió la mayoría de edad. En fin la mamá de élla terminó atropellada en un boulevard de aquí y mi amiga vive en otra ciudad y está escribiendo su propia historia con su familia...

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